jueves, 11 de septiembre de 2014

pasa que



Pasa que estoy aquí, tirada en la cama, sintiendo que el año se me escapa, pero al mirar el reloj descubro que los minutos se han quedado pegados en mis dedos. No existe tal evasión. La idea de la mente congelada es la ilusión del sí mismo, el consuelo del tiempo. El mundo avanza. Yo lo intento, pero mis pies se hunden en el cemento que derrite el primer sol de septiembre.
Pasa que ya no me quedan palabras. Me ha asesinado el academicismo. Éso pienso cuando deambulo en las tardes vacías, que yo misma me he ocupado de vaciar de compromisos. No hay más responsabilidad que la del hombre para con su alma atormentada. Y así, vaciando el día entre cerro y cementerio, intento vaciar tu imagen de  mi memoria. Pero las formas y colores te reconstruyen en todos los espacio "por aquí fue donde me oíste preguntar por qué caían las abejas, porque acá te dió el sol en el rostro mientras me mirabas, el sol de las cinco de la tarde del abril iluminado." Porque allí tus ojos se volvieron los ojos más amados, porque en ése momento me uní a ti sin que lo supieras.
Y si la luz te abandona, encenderé mil hogueras en tu sótano negro. Por momentos, la rabia no me deja dormir. Observo el aleteo de los murciélagos interrumpiendo tu sueño y, enfurecida, aprendo a hablar el idioma de las bestias para reclamar tu cuerpo. Mas tu no me ves. Mi voz se vuelve el silbido de una efímera corriente; mi cuerpo no es más que niebla opaca ante tu mirada.
Pero permanezco y contra tus exigencias, me quedo.
Y lloro y temo y acaricio la muerte. Pero éstos deseos, reconocidos como propios de la desesperación y el desenfreno de la conciencia, quedan bajo cientos de velos de autocontrol. Entonces, vuelvo a caminar, a sonreir, a responder. Pero ahora te digo que dentro de mí permanece la imagen de la mujer aterrada, suplicando "no te vayas, no te vayas..."
No existen más explicaciones para la sensaciones. Pronto el movimiento dejará también de existir. No importa si mis cogniciones siguen funcionales, el alma arrebatad se irá contigo donde tu vayas. No es un teorema, no es un despliegue de dotes narrativos, es, por primera vez, una lágrima sin disfraces.