miércoles, 27 de febrero de 2013

Juramento



Primero
escuchar aquel salmo de los perros del infierno
lenguas farsantes proclaman el cielo del que son ajenos
Repudiables sabuesos...

Luego ¿contestar con el verso impuesto?
¿regalar la victoria sobre mi juicio y mi cuerpo?

Mi boca se cierra al instante en que hacen silencio para escuchar mi ruego
la pausa que se alarga graba la placa sobre mi entierro

No siento miedo hacia éstas bestias santificadas
No entrego mi alma a sus amenazas

La Tierra me llama a volver a casa,
la verdad la arrastro al patíbulo donde quieren darme caza
que abrace el fuego, dice ése maldito clérigo
pues el fuego es mi elemento
es el agua
la tierra
el viento
y nunca el símbolo de tu maldito imperio

éste es mi juramento




despertar





Yo podría, con tu fuerza, hacer sangrar el alambrado con el filo de mis venas traslúcidas
y beber como alimento cada gota de ése espinoso martirio
castigando el enrejado por dividir el campo que es todo tuyo y de tus pasos

Yo podría, con tu risa, divertir a la muerte y a su corte de navajas
aprisionar el tiempo que amenaza tu existencia diáfana

Podría evangelizar de ateísmo las confesiones de los clérigos
que en inútil sacrificio riegan cada noche los pasillos con rezos para sus amores prohibidos
y soltar de sus cuellos la soga que les vuelve ciegos corderos

Podría barrer los espacios desalojados de la memoria que nos asfixia
de los recuerdos compartidos dónde nos unen soledades y ansiedades
y lejanía de cuerpos
y silencios…
yo, pájaro aplastado
tú, pensamiento saltando barrancos

Podría, con tu letanía, dibujar ensueños
en tus noches y las mías
donde hubiera sólo dicha, euforia, éxtasis
festividad colérica con invitados fantasmas que  nos enseñan danzas extintas
y promesas románticas en el lenguaje subterráneo de los amantes

Yo podría tenerte sin conocerte
Yo podría desearte sin tocarte
y amarte sin poseerte
Podría redimir mi alma de ésta locura que se nos escapa
si tus tristes ojos siguen buscando mi mirada en medio de la vorágine diaria
en la que se recuesta el mundo sobre nuestras espaldas

Amor, tú que detienes el trayecto del sol a la mitad de tu frente
mírame con tu tercer ojo luminoso y dótame del poder del universo
Brujo iniciado por mis antiguas manos en los secretos de la tierra
susurra a mi oído las alabanzas que yo te cantaba
libera mi mente del manto oscuro del olvido
y besa mis labios al caer de las civilizaciones
entonces seré salva
y el fuego que consumió mis pasos y mi canto
será una anécdota antigua y clandestina…
En la mitad de  mi voz dormida guardo la promesa de aquella vida
el juramento, el deseo, el anhelo, el reencuentro…
Y en ésta te juro, te deseo, te anhelo y te encuentro
cada vez que te veo
cada vez que te siento
cada vez que revelo mi despertar al viento…
como ahora que la falsa lucidez me abandona
y la verdadera conciencia gana la guerra declarada por nuestras almas.