Yo podría, con tu fuerza, hacer sangrar el alambrado con el
filo de mis venas traslúcidas
y beber como alimento cada gota de ése espinoso martirio
castigando el enrejado por dividir el campo que es todo tuyo
y de tus pasos
Yo podría, con tu risa, divertir a la muerte y a su corte de
navajas
aprisionar el tiempo que amenaza tu existencia diáfana
Podría evangelizar de ateísmo las confesiones de los
clérigos
que en inútil sacrificio riegan cada noche los pasillos con
rezos para sus amores prohibidos
y soltar de sus cuellos la soga que les vuelve ciegos
corderos
Podría barrer los espacios desalojados de la memoria que nos
asfixia
de los recuerdos compartidos dónde nos unen soledades y
ansiedades
y lejanía de cuerpos
y silencios…
yo, pájaro aplastado
tú, pensamiento saltando barrancos
Podría, con tu letanía, dibujar ensueños
en tus noches y las mías
donde hubiera sólo dicha, euforia, éxtasis
festividad colérica con invitados fantasmas que nos enseñan danzas extintas
y promesas románticas en el lenguaje subterráneo de los
amantes
Yo podría tenerte sin conocerte
Yo podría desearte sin tocarte
y amarte sin poseerte
Podría redimir mi alma de ésta locura que se nos escapa
si tus tristes ojos siguen buscando mi mirada en medio de la
vorágine diaria
en la que se recuesta el mundo sobre nuestras espaldas
Amor, tú que detienes el trayecto del sol a la mitad de tu
frente
mírame con tu tercer ojo luminoso y dótame del poder del
universo
Brujo iniciado por mis antiguas manos en los secretos de la
tierra
susurra a mi oído las alabanzas que yo te cantaba
libera mi mente del manto oscuro del olvido
y besa mis labios al caer de las civilizaciones
entonces seré salva
y el fuego que consumió mis pasos y mi canto
será una anécdota antigua y clandestina…
En la mitad de mi voz
dormida guardo la promesa de aquella vida
el juramento, el deseo, el anhelo, el reencuentro…
Y en ésta te juro, te deseo, te anhelo y te encuentro
cada vez que te veo
cada vez que te siento
cada vez que revelo mi despertar al viento…
como ahora que la falsa lucidez me abandona
y la verdadera conciencia gana la guerra declarada por nuestras almas.