Primero
escuchar aquel salmo de los perros del infierno
lenguas farsantes proclaman el cielo del que son ajenos
Repudiables sabuesos...
Luego ¿contestar con el verso impuesto?
¿regalar la victoria sobre mi juicio y mi cuerpo?
Mi boca se cierra al instante en que hacen silencio para escuchar mi ruego
la pausa que se alarga graba la placa sobre mi entierro
No siento miedo hacia éstas bestias santificadas
No entrego mi alma a sus amenazas
La Tierra me llama a volver a casa,
la verdad la arrastro al patíbulo donde quieren darme caza
que abrace el fuego, dice ése maldito clérigo
pues el fuego es mi elemento
es el agua
la tierra
el viento
y nunca el símbolo de tu maldito imperio
éste es mi juramento