jueves, 3 de marzo de 2011

Federico




La muerte se lleva tu canto congelado en las pestañas
y se adorna con ademanes florales la mueca grisácea de su figura lánguida

la muerte es poética desde tu partida
se afana en la elegancia nueva de la tragedia
haz hecho de la partida vulgar un cortejo de primavera y océano
y desde que la mañana alumbró buscándote
a ti
su más fiel amante
encontrando tu sombra abrazada a la tierra
lloró de espanto y clamó a la niebla

"¡Cubre ahora mi cara, tú, bruma nefasta,
testigo de la ida de mi calma y añoranza!"

Ahora el asedio de la belleza del alma negra
ronda el pensamiento y lava el sosiego con gotas de éxtasis fúnebre
para llegar a ti, hasta tu frente agujereada
por dónde se cuelan las abejas a beber polen de genio
para repartir por el mundo los besos que das al cielo

¿sigues amanado el cielo desde dentro?
¿o te ha aburrido ya tanta alabanza de águila?

aquí sigue la muerte cosechando alientos
pero más bella, por cierto, más bella
de flor
de luna
de pupila ciega danzando a la noche perpetua

testigo


Sería el techo agusanado que te cantaba lamentos a eso de las seis
o la lavadora obesa de años anegados en químicos lagrimosos

Sería la bocina de los bomberos que hacía aullar de terror a los perros

Sería el tren de la medianoche que llamaba a sus fantasmas a tomar asiento

Sería la desolación del espejo sin tu reflejo
la mañana entrando por la ventana trasera
y la noche despampanante exhalando tabaco en tu oreja

Sería el pasillo con sus sombras locas
que se fugaban por los enchufes electrificando la casa
o sería tu cabeza en aquella calle vieja
luchando por absorver las voces que guardaban sus rincones
para declamarle versos ajenos a tus amantes en los paseos en bote

¿Sería allá afuera la verdad y la pureza
o era sólo tu sangre vertida sobre la vereda?