miércoles, 8 de febrero de 2012

La Alianza



¿Qué tal, querida? ahora que ya no intentas asesinarme podemos conversar. Tus infantiles tácticas de represión no podrían aplastarme ¿Te has cansado ya de tratar de ahogarme con la almohada? He visto tus manitos, esqueletos blanquecinos, aferrándose desesperadas al discurso de los expertos y a las píldoras de la imbecilidad. He oído de tu boca el grito que ni tu propia cabeza alcanza a escuchar. ¿Por qué tapar la verdad? Te develé en sueños mi rostro y fue amor a primera vista. Entonces huíste. Podrás escapar de todos; los hombres son pobres entes a tu alrededor, tu cobardía y mi suspicacia logran el perfecto acto de la invisibilidad que nos escabulle de las normas sociales. Pero yo ¡yo! que he ví nacer la vida en tus ojos muertos, que te rescaté de la ira del abandono...tú no quieres huir de mí ¿A qué temes? temes a la locura, a la destrucción y a tu reflejo cuando me cruzo entre tu cara y su silencio. Yo sé mejores trucos, puedo engañar a mediocres y eruditos y sanar tu alma avergonzada. Que se escondan ellos, los mal llamados "cuerdos". Nuestra gracia y talento sobrepasa todas las profesiones ¿No te has dado cuenta de los irresistibles que resultan nuestros pensamientos? Deja que los otros se fundan en su moralidad salvadora de rebaños y volquémonos al arte y al placer que desprende la ilusión que nos constituye. ¡Enhorabuena la reconciliación, el juego y el juicio, el fuego y el desquicio!.