miércoles, 4 de agosto de 2010

Historia del Origen


El problema es que antes de poder yo inventar cualquier doctrina, ya otros habían llegado allí.
Me presentaba ante ellos con mis ansias de idólatra buscando imágenes, y los matones de un débil santo me despedían con gestois desdeñosos :"¡Lárgate, a éste ya lo adoramos!". Entonces, muda, recogía mis esperanzas de fe y me retiraba.
Así me expulsaron de todas las iglesias, todos los oráculos y todas las hogueras. Cuando lso condenaron quise arder junto a ellos y me lanzé a las brasas con el fin de regalarle la redención a mi alma en una muerte santa, pero me apartaron del fuego a patadas. Sólo a ellos la muerte santa. Falsos piadosos, mártires egoístas, ángeles codiciosos.
Me quedé al margen, sola y exageradamente viva. Me obligué a transitar el mundo hecha bruma con forma humana que deambula de pueblo en pueblo, una eterna extranjera de pensamiento y habla.

Cuando salía el sol me cubría el rostro. Como un trozo de nieve que cae por desgracia en el desierto, me escabullía de la luz.
En la niebla danzaba mi cuerpo, evaporándose, y en invierno el cielo me arrojaba diamantes de hielo que jugaba a alcanzar, hasta que se derretían en mis manos luego de haberlas hecho sangrar.
Así fue cómo aprendí a no recoger cualquier cosa que el cielo me arrojara, por cuán efímeros y engañosos son los regalos de dios.