sábado, 28 de agosto de 2010

Sara





La mañana que Sara cantaba
los ríos de desidia se desbordaban
el cauce de la vida se difuminaba
y los relojes de acero el tiempo espaciaban

Mientras Sara su cabello de espejo peinaba
la luna a los lobos, en su abandono, lloraba
los árboles ante sus raíces se rebelaban
su marcha a poblar el desierto comenzaban

Y cuando Sara, con sonrisa de sol, abría la ventana
las sotanas de los sacerdotes se rasgaban
las vírgenes en las plazas, llorando al cielo, se desnudaban
ante el desconsuelo de una hadas, que con elixir de viento, se embriagaban

El tránsito se detenía y los ciegos tropezaban
en la calle donde la infancia y la ausencia se besaban
los versos de la ira ante la inocencia claudicaban
ésa mañana que Sara daba a luz una palabra...
y cantaba, además, cantaba